Las paredes no tiemblan como antes, no nos duelen los oidos como a aquellos que tuvieron la dicha de estar presente en un terremoto sonoro en el Madison, pero se nos sigue erizando la piel al escuchar el redoble infernal .
Tresillos y mas tresillos, contrapuntos que hieren, la verdadera aplanadora sonora y un compas que nunca se pierde en el tiempo, nunca se pierde en la memoria, esta en nuestras neuronas, hasta en la piel de Barbazul perdurara en el limbo tatuada a fuego con el rimmer de Swan Song. Es que si, ha marcado y a fuego, humilde homenaje, que perdure el redoble.
Escuchad con precaucion puede que algun golpe de mazo detenga el corazon.
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